Un paseo por la arquitectura tradicional
Son numerosas las edificaciones que permanecen como testigos de otro tiempo. Los pueblos actuales se asientan muy cerca de antiguos castros, de los que sólo podemos observar -salvo en el de Chano- la base de anchos muros que hablan de la necesidad de vivir juntos, muy cerca unos de otros, para soportar las inclemencias de un medio hostil. Esa necesidad se trasladó a los pueblos y cualquier recorrido por estos valles descubrirá las antiguas, pero efectivas, maneras de sobrevivir que han llegado a nuestros días. Y entre éstas, es fundamental la palloza, la vivienda típica ancaresa, de muro de piedra y techo de paja (teito) que ha perdurado hasta hace bien poco por ser la única respuesta coherente a las circunstancias del entorno. Junto a ella se sitúa frecuentemente el hórreo ancarés, que tiene planta cuadrada de pared de madera y también tiene cubierta de paja.